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Carlo, - Cuentos de volcanes, hombres y otras cositas de La Palma


              

La reina del hielo

De vez en cuando ocurre que el caminante al pie del Nambroque tirita de frío. Incluso en verano puede hacer frío. "¿Qué fue eso?" Tal vez se pregunta y se detiene un momento. "Qué va, eso no fue nada, ¿no? - Lenta y prudentemente continúa y recapacitando se dice a sí mismo " Sí, la verdad es que tuve frío, ¿fue eso cierto?

Bueno, la historia comienza hace muchos años, cuando la reina del hielo reinaba sobre todo el norte. Estaba tan orgullosa de su poder sobre el agua que ni siquiera le tenía miedo al sol. Sin embargo muy dentro de su corazón se sentía sola, añoraba el reconocimiento y la admiración, como quizás también el amor de todas las aguas. Pero sin importar lo que hiciera y adonde dirigiera la vista, cada agua se convertía en hielo por su mirada. "¿De qué me sirve mi indescriptible belleza si no puedo mirar a mi agua? Busco agua que no se convierta en hielo, al menos no inmediatamente. ¡Y eso lo encuentro en los volcanes! - se dijo a sí misma y remontó vuelo.

Aquella noche llovió sobre el Nambroque y cuando las nubes limpiaron el nuevo día y el viento solar iluminó entre los pinos, sonaban miles y miles de campanas de hielo y carámbanos: "Nosotras somos hermosísimas, llevamos nuestra canción por esta tierra extraña, somos hijas de la reina del hielo pero pronto vamos a desaparecer". Esto lo oyó la fuente al pie del Nambroque que si no hubiera estado tan caliente hubiera hervido debido a la excitación. Pero de esta manera susurró cada vez más fuerte su admiración en el bosque cantante y finalmente gritó: "Ah, ¡si yo pudiera ser tan bonita como todos los colores del cielo de centellante esplendor! Eso lo escuchó la reina del hielo y se sintió tan sublime en su consumada hermosura, que su propio corazón se derritió un poco. Y así cantó el coro del bosque cantante su última canción y la fuente sintió una fría energía desconocida "Ahora te puedes convertir en hielo, pero sólo una vez, cuando tu vida se vea amenazada. ¡Y solamente en la Noche de San Juan!" Luego cesó el canto y solo se oía el gotear de las lágrimas de la emoción.

Los años pasaron y un día reaparecieron los hijos del sol. Era la Noche de San Juan cuando la fuente oyó los rumores y el llamado. Ella estaba profundamente conmovida y se convirtió en hielo.
"¡Pah! - vociferó Duraznero. - "Yo hago el mundo nuevo y voy a enterraos. ¡A ti primero, Nambroque!
Y comenzó a abrir su garganta y la lava brotó. Pero para su sorpresa se paró la corriente cuando él se acercó al Nambroque. Un hielo glacial lo dejó agotado. Ya en la garganta se quedó el Duraznero fijo de lava, como un pellejo espeso. Duraznero escupió una montaña de azufre y gritó hacia el otro lado: "Entonces tú justamente no, tú... , ¡tú has sido invadido por un espíritu, tú, Nambroque! Y él emigró estremecido y excavó hacia abajo a través de la montaña, ¡lejos de ese viejo volcán embrujado! ¡Eso no debía pasarle otra vez! Luego fluyó la corriente de lava hacia la otra parte del valle. Pero él no lo podía permitir y gritó otra vez desde el Hoyo Negro.- "Ahí lo tienes, Nambroque, ¡todo está negro!" Y luego desapareció. ¡¿Quién sabrá a dónde ?!

Nambroque volvió en sí muy lentamente y el agua comenzó a brotar otra vez hasta hoy en día. ¡Todavía está helada!


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Photo von Jutta Eichner



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