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Diario de la erupción del San Juan, narrado por Carlo


              


Hoy es el 11 de julio de 1949

Hoy hubo sismos y cada tanto salía un aluvión de lava de la montaña. Estábamos todos juntos sentados en el jardín. Madre había arreglado todo como siempre y proporcionaba buenos pensamientos. Esa era su gran capacidad. A continuación, el abuelo Manuel se dirigió a la ciudad para escuchar si iba a haber alguna ayuda para las familias afectadas, la abuela alisaba tallos de paja y cantaba canciones. La tía Almodena y el tío Gregorio estaban en Argual para lavar la ropa. Yo esperaba una salvación. Yo pensaba en las palomas, ellas mueren porque siempre tratan de encontrar su casa.

Y ahí en el jardín estaba Francisco, como siempre, con la esperanza de recibir un café. Enseguida le conté del tío Gregorio y Francisco se rió y opinó que su hermano era imbatible. "Presta atención, Carlo, aquí tengo un viaje de cal para la hacienda. Vas para Argual y le dices a Gregorio que lo paso a buscar por allí, luego nos vamos todos juntos en bote a Puerto Naos. "Yo también quiero ir, decidió madre. ¡Tú me pasas a buscar por aquí y luego te doy tu café!"

Desde el agua no se veía todo tan terrible. La corriente había aumentado y se había concentrado otra vez en el Roque de Molino para precipitarse en la profundidad. Arriba de la cuesta, sobre Bombilla, se abrían y cerraban bocas que escupían lava. Tío Gregorio manejaba cerca de la costa. En Bombilla, la corriente cambió rumbo, hacia el norte y se deslizó hacia el océano. Yo me imaginaba que la lava buscaba al agua porque se complementan. No pasaba nada, ninguna explosión, la lava desaparecía en lo profundo y dejaba una película en la costa vaporosa. Arriba de la cuesta se abrían y cerraban las bocas. A veces disparaba un chorro en lo alto, aquí y allí corrían apresuradamente unos riachuelos y más tarde se erigió una pared de la cual, en el medio, un balón gigantesco se hinchaba hacia afuera y se fundió en una caída. Caía y caía, en otros sitios fluía en continua caída una lava aguada. Ella desapareció en la cresta de la sierra que repentinamente se quebró, y una amplia corriente de terrones de lava fue liberada en el mar. Nos quedamos hasta la noche. Sobre Bombilla vagaban brasas y el vapor rosa atravesó la cuesta para arriba sobre un gemido silencioso y chisporroteante, en Las Hoyas, había nacido un monstruo.

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La lava y el mar

Mientras Carlo nos cuenta sus aventuras del San Juan, por las tardes giro la "Webcam" en dirección Cumbre Vieja, donde todo esto succedio.

Traducido del Alemán al Español por Silvina Masa


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